Así es el Derecho, con esa frase, el magistrado Élfego Bautista Pardo trazó su postura referente al Derecho a la Cultura, en entrevista con este reportero.
Para que un ser humano sea libre, se encuentre liberado de temor y de la miseria, deben crearse las condiciones que le permitan gozar de sus derechos económicos, sociales y culturales, pero estamos más dedicados a la satisfacción de nuestras necesidades básicas y dejamos a un lado el acceso y la participación en la vida cultural de nuestra comunidad, y la realidad es que la cultura es indispensable para nuestro desarrollo integral.
Antes que nada hay que considerar que el término “cultura” abarca los valores, las creencias, las convicciones, los idiomas, los saberes, las artes, las tradiciones, las instituciones, así como los modos de vida por medio de los cuales una persona o un grupo expresa su humanidad y los significados que da a su existencia y a su desarrollo.
Entre los derechos humanos de esta índole encontramos el derecho a elegir y a que se respete la identidad cultural, como también las culturas que, en su diversidad, constituyen el patrimonio común de la Humanidad; a acceder, a través del ejercicio de los derechos a la educación y a la información, a los patrimonios culturales que constituyen expresiones de las diferentes culturas, a elegir e identificarse con una o varias comunidades culturales.
Toda persona, individual o colectivamente, debe poder acceder y participar libremente, sin consideración de fronteras, en la vida cultural a través de las actividades que libremente elija, con la libertad de expresarse en público o en privado; tiene derecho a una educación que contribuya al libre y pleno desarrollo de la identidad cultural, siempre que se respeten los derechos de los demás y la diversidad cultural. Asimismo, tiene el derecho a la información y comunicación, que incluye la expresión artística, la libertad de opinión e información y el respeto a la diversidad cultural, entre otros. La guía para identificarlos es la Declaración de Friburgo sobre Derechos Culturales adoptada por la Organización de las Naciones Unidas en el 2007.
Recordemos que esa declaración estipula que dichos derechos forman parte de los derechos humanos porque son esenciales para la dignidad humana, y deben interpretarse según los principios de universalidad, indivisibilidad e interdependencia.
Estos derechos se deben garantizar sin discriminación por color, sexo, idioma, religión, convicciones políticas o de cualquier otra índole, ascendencia, origen nacional o étnico, origen o condición social, nacimiento o cualquier otra situación a partir de la cual la persona define su identidad cultural.
En México, la Ley Suprema prevé que toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como al ejercicio de sus derechos culturales, y establece la obligación del Estado de promover los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones, con pleno respeto a la libertad para la creación.
Tomando en consideración que el ejercicio de los derechos culturales y el acceso del individuo a la cultura deben ser en condiciones de igualdad, dignidad humana y no discriminación, en el país contamos con una institución clave, que es el Instituto Nacional de Bellas Artes, (INBA) encargado del cultivo, fomento, estímulo, creación, investigación y difusión de la música, las artes plásticas, las artes dramáticas y la danza, las bellas letras en todos sus géneros y la arquitectura. El INBA y la Secretaría de Cultura son las máximas autoridades en la materia.
Si bien es cierto que contamos con estos derechos y debe garantizarse nuestro acceso y, sobre todo, participación en la creación de cultura, es necesario que se implementen más políticas públicas que estimulen la creatividad de los ciudadanos, la cual debe ser impulsada en el marco de una educación integral.
Una forma para el caso es destinar mayores recursos al desarrollo de las bellas artes, lo que podría incluir el establecer clases de música en todos los niveles de educación básica. Lamentablemente, hasta ahora la formación musical en las escuelas secundarias se limita a que los adolescentes aprendan a tocar la flauta durante los tres años de estudios.
También podría retomarse la propuesta del líder del Sindicato de Músicos de la Ciudad de México, Víctor Guzmán González, quien considera que en todos los niveles educativos debería procurarse que los alumnos escuchen grandes bandas musicales y orquestas sinfónicas, presencien eventos con música viva, para conservar la tradición, fomentar la cultura y reconocer a los grandes talentos musicales de nuestro país. Además se generarían empleos.
Sería oportuno crear escuelas de arte a nivel municipal o delegacional, pues ayudarían mucho a potencializar la creación de artes en el país y aportarían un verdadero mecanismo para garantizar los derechos culturales, cuyo principal problema para ser una realidad plena, siempre ha sido la falta de recursos e instrumentos que den acceso a su conocimiento, permitan su asimilación y, principalmente, su desarrollo.
Considero que con la participación de los tres niveles de Gobierno y las organizaciones surgidas de la sociedad civil, es posible hacer pleno el derecho postulado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el sentido de que toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y de los beneficios que de él resulten.
Así es el Derecho, puntualiza al maestro Élfego Bautista Pardo, titular de la Ponencia 3 de la Quinta Sala en materia Civil, del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México.